martes, marzo 18, 2008

Divinidades

Aunque las mentes racionales habían sabido siempre que todos los textos religiosos no podían ser verdaderos, la reacción fue sin embargo muy notable. Allí estaba la revelación que nadie podía negar o poner en duda. Ahí estaban —vistos gracias a una desconocida magia de los superseñores— los verdaderos comienzos de todas las grandes religiones del mundo. En sólo unos pocos días todos los redentores del género humano perdieron su origen divino. Bajo la intensa y desapasionada luz de la verdad las creencias que habían alimentado a millones de hombres, durante dos mil años, se desvanecieron como el rocío de la mañana. El bien y el mal fabricados por ellas fueron arrojados al pasado. Ya nunca volverían a conmover el alma de los hombres. La humanidad había perdido sus antiguas divinidades. Ahora era ya bastante vieja como para no necesitar dioses nuevos.

De "El fin de la infancia" (1953)



Arthur Clarke, escritor de ciencia ficción, ha muerto mañana, 19 de marzo, mientras aquí todavía es 18, y recuerdo aquellas calurosas y largas tardes de mi adolescencia hundida en sus libros.


(Me enteré vía Taleb. La foto también es de su blog).