La de la foto era una sonrisa feliz. De felicidad auténtica y completa.
No imaginó, ni se le cruzó hacerlo en ese momento, los días difíciles que vendrían.
Al subir la antigua escalinata junto a él sintió que comenzaba lo mejor de su vida. Ese tiempo compartido, intenso, aprovechado segundo a segundo, minuto a minuto, día a día.
En algún punto entre la avenida que conduce al campus universitario y las escalinatas del imponente edificio, ella fue perfectamente feliz.Ahora sabía de qué se trataba eso. Para que pensar en nada más.
Los meses, los años, suelen poner las cosas en su lugar. Con el recuerdo de esos días y de esos instantes únicos guardaron en una caja sus sentimientos intactos, junto a varios objetos que querían conservar para un futuro juntos.
Cerraron las tapas de cartón, y ya no supieron como avanzar. La sonrisa quedó grabada en la mirada de él, y los ojos serenos de él en la memoria de ella.
Los escalones se esfumaron, y fue imposible seguir subiendo.