Mostrando entradas con la etiqueta memes y otros virus. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta memes y otros virus. Mostrar todas las entradas

viernes, diciembre 22, 2006

De canciones a poemas: meme hernandiano

Lo ví en Respuestas sin pregunta y me gustó. A mi tampoco me parecía interesante el meme de las canciones, aunque si ví algunos resultados divertidos.
Debolsillo propuso cambiar de canciones a poemas, y ahí si me dieron muchas ganas de jugar.
Aunque no sabía bien si con Nazim Hikmet, con Mario Benedetti, con Jaime Sabines…
Finalmente me decidí por el poeta que acompañó mi adolescencia y que aun hoy me conmueve: Miguel Hernández.
Igual que debolsillo he respetado las once preguntas originales, respondiéndolas con un fragmento de un poema, con la dificultad de intentar decir al menos una parte de verdad sobre mí en cada respuesta.

1- ¿Eres hombre o mujer?

Me empino
para ser
mujer,
pero
no llego

(De Niña al final)

2- Descríbete:

Un enterrado vivo por el llanto,
una revolución dentro de un hueso,

un rayo soy sujeto a una redoma.

(20- de El rayo que no cesa)


3- ¿Qué sienten las personas acerca de ti?

Nadie me verá del todo
ni es nadie como lo miro.

Somos algo más que vemos,

algo menos que inquirimos.

Algún suceso de todos

pasa desapercibido.

Nadie nos ha visto. A nadie

ciegos de ver, hemos visto.


(77- de Cancionero y Romancero de Ausencias)

4- ¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental?

Fatiga tanto andar sobre la arena
descorazonadora de un desierto,

tanto vivir en la ciudad de un puerto
si el corazón de barcos no se llena.


(24- de El rayo que no cesa)

5- Describe tu actual relación con tu pareja:

Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,

si no es tu voz, el norte que pretendo.


(10- De El rayo que no cesa)

6- ¿Dónde quisieras estar ahora?


Llevadme al cementerio
de los zapatos viejos.


(33-De Cancionero y Romancero de Ausencias)

7- ¿Cómo eres respecto al amor?

Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Esperanza, mar, desierto,
sangre, monte rodador:
libertades de mi alma

clamorosas de pasión,
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.


(De Antes del odio)


8- ¿Cómo es tu vida?


Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo

alrededor de mi vida.

(1- De El rayo que no cesa)


9- ¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo?

Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta

desde ahora y desde siempre.


(De Sentado sobre los muertos)


10- Escribe una cita o frase sabia:

Tristes guerras
si no es amor la empresa.

Tristes. Tristes.

Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.

Tristes hombres
si no mueren de amores
.
Tristes. Tristes.

(59- De Cancionero y Romancero de Ausencias)

11- Ahora despídete:

El odio se amortigua
detrás de la ventana.


Será la garra suave.

Dejadme la esperanza.


(De Canción última)

viernes, octubre 13, 2006

Más que un extraño trío

Hace unos meses el profesor Portillo me invitó a responder un meme de esos que han circulado bastante por este reducido mundo que algunos llaman blogósfera. Se trataba de describir tres manías o más bien “hábitos extraños”, por supuesto de uno mismo.
Como el profe me otorgó para responder el tiempo que yo necesitara, me tomé, claro, todo el que quise.
En estos días he vuelto a pensar en el asunto de las costumbres extrañas (y fobias y manías, que de todo ese he tenido y tengo, aunque francamente muchas estén en retroceso). Y ayer he encontrado este pequeño texto que escribí en 2004 para un trabajo de la facultad, en el que me describo a mí misma:

Tenía trece años, status de “nena grande” y llaves, porque cuando volvía de la escuela no había nadie en casa. Caminaba tranquila por las calles del barrio, la mente ensimismada en cosas de adolescente. Llevaba la llave colgada del cuello, con un cordón de zapatilla rojo por abajo del guardapolvo. Llegaba a la casa blanca de la calle Lavalle y abría la puerta. Cerraba, y todo en su interior cambiaba.
Nunca había pasado por un robo, ninguna mala experiencia. Pero iba directo, apenas tirada la mochila sobre un sillón, hacia el piso de arriba.
Inspeccionaba su habitación y la de sus hermanos, sobre todo debajo de las camas. Bajaba con rapidez las escaleras, mirando el patio a través de los vidrios. El perro descansaba tranquilo, buena señal. Una rápida mirada a la cocina, y entonces sí, al baño. Antes que nada había que correr la mampara, comprobar que no había nadie escondido en la bañera.
Ahí, recién, el miedo se iba.

Otro hábito de la adolescencia que recuerdo bien era el de ponerme a ordenar la casa después de la una de la madrugada, cuando todos dormían.
En la actualidad, y luego de un pequeño autoanálisis surge que retengo más de tres hábitos poco normales:

Caminar sin rumbo, aun cuando me dirija a un lugar concreto. Supongo que es total falta de orientación, ya sea en una ciudad desconocida, o en el pueblo en que vivo. Ya lo tengo asumido, y me dejo llevar. Finalmente siempre llego :)

Revisar errores aun antes de leer un texto. Ha de ser un defecto profesional (ya que no tengo nada de profesional, al menos sí los defectos). Es involuntario y llega a molestarme mucho. Cuando estoy frente a un texto por leer, mi vista lo recorre cual rayos x, detectando al instante cualquier error de ortografía o tipeo. Si hay varios, invariablemente ya estoy mal dispuesta hacia ese escrito. ¡Y todavía no lo leí!.

Compulsión por los artículos de librería. Seguro conocerán ustedes alguna mujer que demore más de una hora en elegir un vestido. ¿Conocen alguna que tarde ese tiempo en comprar un cuaderno con espiral?. Pues tienen frente suyo el blog de una. En ese sentido, hay lugares que me llevan al máximo de la exageración. Como Portillo, también suelo adquirir de más.

Anexo al anterior: comprar siempre una lapicera nueva cuando tengo un examen. Premisa que este año no se ha cumplido porque: a) casi no he dado exámenes, b) me han regalado muchas lapiceras.

Descarto el de dormir vestida como para ir al Polo Norte en las noches invernales. Dudo que sea un hábito extraño, aunque suelo seguir sintiéndome ridícula.

Almohadas y orejas: el más tierno para el final. La forma en la que acuesto a mis hijos (sobre todo en invierno). Cada vez se resisten más, y es que cada vez están más grandes. La técnica consiste en ajustar de un lado y del otro del colchón sábanas, mantas y cubrecamas, hasta que el niño en cuestión quede prensado cual matambre, y la madre en cuestión (que vengo a ser yo) tranquila de que no van a destaparse durante la noche. La operación se repite ante cada movimiento del niño, hasta que la maníaca madre (yo) por fin se retira de la habitación. Sospecho que el hábito es heredado de mi padre, que se empeñaba en sacar por afuera de las mantas las “orejas” de la almohada, una vez realizado el correspondiente ajuste.

Pues bien, ahora dirán ustedes si de verdad soy tan extraña.

Por supuesto, desafiando las reglas, no le paso el meme a nadie. El que quiera recoger el guante, allí tiene los comentarios, nada de quedarse ahí pensando pa' adentro. Como diría una maestra de primaria cuenten, “así nos divertimos todos”.