viernes, enero 18, 2008

La escalinata

1604963682_4ba430d9e6La de la foto era una sonrisa feliz. De felicidad auténtica y completa.
No imaginó, ni se le cruzó hacerlo en ese momento, los días difíciles que vendrían.

Al subir la antigua escalinata junto a él sintió que comenzaba lo mejor de su vida. Ese tiempo compartido, intenso, aprovechado segundo a segundo, minuto a minuto, día a día.
En algún punto entre la avenida que conduce al campus universitario y las escalinatas del imponente edificio, ella fue perfectamente feliz.Ahora sabía de qué se trataba eso. Para que pensar en nada más.

Los meses, los años, suelen poner las cosas en su lugar. Con el recuerdo de esos días y de esos instantes únicos guardaron en una caja sus sentimientos intactos, junto a varios objetos que querían conservar para un futuro juntos.
Cerraron las tapas de cartón, y ya no supieron como avanzar. La sonrisa quedó grabada en la mirada de él, y los ojos serenos de él en la memoria de ella.
Los escalones se esfumaron, y fue imposible seguir subiendo.

sábado, enero 12, 2008

Despedida y encuentro con Ángel González


OTRAS VECES

Quisiera estar en otra parte,
mejor en otra piel,
y averiguar si desde allí la vida,
por las ventanas de otros ojos,
se ve así de grotesca algunas tardes.

Me gustaría mucho conocer
el efecto abrasivo del tiempo en otras vísceras,
comprobar si el pasado
impregna los tejidos del mismo zumo acre,
si todos los recuerdos en todas las memorias
desprenden este olor
a fruta madura mustia y a jazmín podrido.

Desearía mirarme
con las pupilas duras de aquel que más me odia,
para que así el desprecio
destruya los despojos
de todo lo que nunca enterrará el olvido.

Ángel González


Para despedir a un poeta, digo yo, no hay otra manera que leerlo y leerlo, recorrer sus palabras hasta el cansancio, si es que eso fuera posible. Leerlo y recorrerlo hasta que los ojos digan basta, y podamos mirar dentro nuestro y sus palabras estén ahora ahí, y sigan hablando.

martes, enero 08, 2008