lunes, junio 02, 2008

Pase a archivo

Dos cosas recibí hoy. La primera un oficio judicial, tan frío como esta mañana, que me comunica un pase a archivo. No me sorprende porque la justicia es especialista en archivar las pequeñas violencias, los invisibles sufrimientos, las no comprobables agresiones diarias. Le regalé al oficial mi firma y un "apelo" prolijo y absurdo en el papel y le dí las gracias. Cerré la puerta y derramé una lágrima. No quedan muchas, eso es seguro.

En mi casilla de correo electrónico, anónimo, estaba este poema:


Te regalo
una muerte.
Morí tantas
Que puedo regalar alguna.

Morí de amor,
morí de niño solo.

Morí de adolescente,
muchas veces
-en eso todos somos reincidentes-

Morí de adioses,
morí de atardeceres.

De silencio
en el clamor,
de frío
en febrero.

Ya me quedan
pocas muertes.

Ya dejaré de morir
tan vanamente.


Poeta anónimo Roberto Robiola, vía Agencia Rodolfo Walsh



7 comentarios:

Anónimo dijo...

Siempre quedan lágrimas. Ignoramos que están ahí, pero brotan cuando llega el momento.

Nat dijo...

Más vale que las que quedan sean de las que valen la pena.

Tu sabes, de aquellas...por ejemplo cuando uno desaparece del mundillo virtual completamente y sólo queda un amigo/a comentando en su blog, aun cuando parezca estar hablando a las paredes...

Y estoy recordando ahora a alguien que también solía venir cuando yo desaparecía.

Abrazo.

Anónimo dijo...

Todas valen la pena, pero muchas son inútiles. Las que se derraman a solas, las que nadie ve...

Como las de esta mañana de nuestra primavera. Por ejemplo.

Anónimo dijo...

Epa. Qué mal día.

Es duro ver cómo se cierran las puertas de la esperanza, ¿no? Aquellas que uno mantuvo apenas abiertas por tanto tiempo...

Nat dijo...

Esas puertas (las de esas esperanzas) nunca debí tenerlas abiertas. Ha sido un gasto de energía inútil.

Pero otras las mantengo abiertas, porque así de terca soy...

nfer dijo...

...tomé una foto extraña ayer, y la iba a usar para un post.

Me contendré por unos días, ya hablamos en Comentaristas que Anónima no está a mano de un cyber y merece su descanso, así que con esta excusa me quitaré el poema que has puesto de la cabeza para buscar algo más...mío.

Aunque sé que lo "mío" es algo que comparto, silenciosa y casi vergonzosamente, con otras pocas mujeres.


Como a Borges (perdón por la comparación), me han sido otorgados dos dones (¿los libros y la noche?).

Me voy a hacer las cosas que hacen las señoras de mi edad y que les ganan el respeto de las demás personas.
Aunque por dentro sienta que estoy faltando a quien le debo más respeto: a mí misma...

Besos y abrazos (¡que no, que no es depresión, que no es "la edad", que no es la jubilación...sí es querer vivir, así de simple)

Anónimo dijo...

Las señoras de mi edad (prehistoria en comparación con la tuya) no saben lo que hago dentro de El Santo. Si lo supieran, me perderían el poco respeto que me queda.

...Y espero ansiosa la foto extraña. Yo, que bato el record de la incongruencia estando en Flickr sin hacer fotos y sin dejar que me las hagan.

Querer vivir... Eso me suena.