Soledad,
aqui están mis credenciales,
vengo llamando a tu puerta
desde hace un tiempo,
creo que pasaremos juntos temporales,
propongo que tu y yo nos vayamos conociendo.
Aquí estoy,
te traigo mis cicatrices,
palabras sobre papel pentagramado,
no te fijes mucho en lo que dicen,
me encontrarás
en cada cosa que he callado.
Ya pasó
ya he dejado que se empañe
la ilusión de que vivir es indoloro.
Que raro que seas tú
quien me acompañe, soledad,
a mi, que nunca supe bien
cómo estar solo.
Jorge Drexler, 12 segundos de oscuridad, 2006
4D
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El día 4 de diciembre de 1977, un miembro de la Policía Armada no
identificado (o encubierto por una *Transición* aún vacilante), asesinó en
*Má...
Hace 8 horas
1 comentario:
… Yo quería dejar de estar solo -me apuré a terminar.
-Hay que llenar algunos formularios -exigió el secretario detrás del escritorio. Su altura me sorprendió. Era casi tan alto como yo pero mucho más fuerte.
Casi al pasar, sin interés, preguntó mi nombre. Cuando le respondí se detuvo en seco, como si el alma se le hubiera escapado del cuerpo, pero casi instantáneamente prosiguió con lo que había empezado.
-Ud. no puede vender su alma al diablo, señor -me dijo bajando la mirada con reverencia.
-¡Cómo que no puedo! ¡Permanecí dos años en cautiverio por un maldito contrato y no me iré sin él! -grité enfurecido sin medir las consecuencias-. Las estacas, el perchero y el cuadro cayeron al suelo. ¡Llámeme a Lucifer! -ordené envalentonado, al notar que el secretario estaba mudo y con la cabeza gacha.
-Señor, mi señor… -comenzó a sollozar el secretario, seguro de su destino- Usted no puede venderle su alma al diablo porque usted es el diablo.
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