Uno se cree que los mató el tiempo y la ausencia.
El afiche estaba pegado en mi habitación, en la casa donde viví de niña y después adolescente. Resulta increíble que él, mi hermano menor, recuerde esas paredes mejor que yo.
“Una canción de Sui Generis –dijo- y el cartel de Sueño de una Noche de Verano”.
Sí, las paredes estaban escritas de piso a techo, y de rincón a rincón. Esa pieza era el refugio de los sueños.
Quien sabe cuantas noches de verano me habré desvelado pensando en el futuro.
La cama con la cabecera rosada, y el acolchado con agujeritos. La mesa de luz que habían mandado a hacer para mí, el ropero pequeño de puertas blancas (y fotos de gatos pegadas del lado de adentro de las puertas, porque esos animales me gustaron siempre). Más allá, un canasto con tesoros. Al otro lado, un escritorio blanco plegable, y sobre él, en la pared, un fragmento del poema de Nazim Hikmet. El afiche con las firmas de mis compañeros de escuela secundaria. La alfombra color arena, gastada en noches de charla hasta el amanecer con Julieta (¿dónde estás, Juli?)
La ventana con las rejas que hizo mi abuelo, la enredadera. El cielo afuera. El porvenir, todo para mí.
Lloré cuando mi madre vendió la casa. La casa de mis mejores años. Fue entonces cuando me despedí de esas pequeñas cosas.
Cuando uno es tan joven no reconoce esas primeras encrucijadas de la vida. Avanza, emprende un camino u otro, y recién entonces mira para atrás. ¿Para qué pensar tanto?
¿Sabe uno acaso que vendrán otras noches de verano, mucho tiempo después, en las que revisará lo vivido?
No, uno no sabe. Avanza a ciegas. Y desconoce también que el rincón de los sueños, despojado de su refugio físico, sigue latente en algún recodo escondido del corazón.
Antes de mí, de quien soy hoy, de quien seré mañana. Aun antes de que naciera, el espacio de los sueños estaba allí. Y allí está hoy.
O quizás, aquí está hoy.
3 comentarios:
cuando leo estas cosas me doy cuenta de donde vengo, descubro cosas que crei unicamente mias en mi sangre... gracias hermanita
Tengo casi la edad que tenías por entonces. En mi pieza hay un cuadro, se que no es lo mismo que un afiche pero es algo similar. Está lleno de princesas y me lo regaló una amiga para que decore las paredes de mi pieza porque, aunque son de color rosa y me gustan, estaban muy vacías.
Escucho música, juego y miro televisión y paso la mayoría del tiempo en mi cuarto.
Me encanta estar ahí, en buenos y malos momentos. Cuando me retan la mayoría de las veces voy a mi cuarto porque siento que es un refugio para mí, pero cuando estoy contenta juego, pinto y hago manualidades. De verdad, mi cuarto es un refugio.
Hola Jaelita preciosa. Que bueno que pasaste por acá. ¿Viste que bueno que está sentir un lugar como propio?. Eso es tener un buen refugio.
Tener un blog es parecido, ¿no?.
Lo importante es guardar bien los sueños, cuidarlos mucho, acariciarlos siempre. Para que cuando no esté el cuarto, ni el blog, ellos sigan ahí, esperando para ser cumplidos.
Un besote
Nat
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