sábado, febrero 24, 2007
Gente
enciende la ilusión y los rosales:
que con sólo sonreír entre los ojos
nos invita a viajar por otras zonas,
nos hace recorrer toda la magia.
Hay gente que con sólo dar la mano
rompe la soledad, pone la mesa,
sirve el puchero, coloca las guirnaldas;
que con sólo empuñar una guitarra
hace una sinfonía de entre casa.
Hay gente que con sólo abrir la boca
llega hasta los límites del alma,
alimenta una flor, inventa sueños,
hace cantar el vino en las tinajas
y se queda después, como si nada.
Y uno se va de novio con la vida
desterrando una muerte solitaria
pues sabe que a la vuelta de la esquina
hay gente que es así, tan necesaria.
Hamlet Lima Quintana
Y es que no quiero convencerme de que la buena gente no existe. No. Creo que no es cierto.
sábado, febrero 17, 2007
El blog de Joaco

La primera vez que lo vi tenía ojitos verdes y me miró con cara de enojado. Enojado con el mundo, supongo, porque lo habían separado de mí toda la noche, y esa había sido la primera noche de su vida.
Después el verde se tornó en color miel, y hubo montones de sonrisas y unas cuantas más caras de enojo. Creció y crece, y cada día se pone más complicada la cosa.
Ahora el tipo me pide (¡es el colmo!) que le haga propaganda. Yo le pedí que me haga un dibujo para mi blog, y él se mandó uno con spam incluido.
Que va a ser, soy madre y tengo que cumplir mi promesa. Y reconozco que hizo méritos: borró un post plagado de palabrotas, me dio unos cuantos lindos abrazos esta semana y además se cortó el pelo (al que se le ocurra un comentario de fastidio hacia mi persona por este requisito, se lo guarde).
Con ustedes, Akin-Jo y su blog. Las quejas y reclamos, como dice el tío Leo, al autor.
miércoles, febrero 07, 2007
Tango
Primero hay que saber sufrir,
después amar, después partir
y al fin andar sin pensamiento...
"Naranjo en flor", de Homero y Virgilio Expósito
miércoles, enero 31, 2007
Elogio del dulce de leche

Las ganas de hablar del dulce de mis amores vienen de un pequeño intercambio vía comentarios, en el que hablábamos con debolsillo de las diferentes consistencias del dulce de leche (cajeta en México, manjar en Chile, arequipe en Colombia y Venezuela…).
Lo disfruté a lo largo de mi vida y lo sigo haciendo: es culpable de que me acuse a mi misma de golosa incurable, y de que se me vayan los ojos frente a la vitrina de una de esas buenas panaderías (algo que intento evitar en presencia de otras personas, pero no siempre consigo).
Es cierto que parece uno de esos casos en los que se consume algo por pura ansiedad, pero no. El dulce de leche cambia mi estado de ánimo, me tranquiliza, me alivia.
He aprendido a seleccionar según color, espesor y sabor: ninguno es igual al otro. Hay marcas inolvidables, como La Martona, Chimbote o San Ignacio, que con el tiempo o desaparecieron o se volvieron casi incomprables.
De las que se vendieron durante años en los almacenes, mi preferido era el Gándara, que tenía el equilibrio perfecto entre blandito y consistente, un brillo distinto a los demás, y un saborcito…y que creo que ya no se fabrica.
Por otro lado, aunque admite mil combinaciones (y sigo probando) hay clásicos que jamás dejarán de parecerme manjares de los dioses: la torta milhojas es uno de ellos, los alfajorcitos de maizena (hechos en casa, claro) otro. Los cañoncitos también me enloquecían, pero ahora me quedó lejos la panadería Oddone, que hacía los mejores del mundo mundial.
El dulce de leche es también responsable de algunos recuerdos imborrables: cierro los ojos y me veo tomando té con leche con mi viejo en el bar Oriente, pegado a la estación de Quilmes, donde te servían junto a las tres medialunas de rigor un platito de plástico desgastado (rosa, celeste o amarillo) con un “copito” de dulce de leche. Nunca jamás vi que lo hicieran en ningún otro lugar.
O me transporto a la casa de mi abuela en La Plata, en la mesa naranja de la cocina, atacando una bolsa de un cuarto de maizenitas (unas galletitas arqueadas que aun existen, otro complemento formidable) armando “sanguchitos” hasta hartarme.
Paro acá. No, no soy una viciosa. No, no y no. Adicta, tampoco. Jamás de los jamases.
A todo esto, y mientras buscaba la imagen que ilustra esta entrada, aprendí en la Wiki que la receta de dulce de leche lleva bicarbonato de sodio para que se produzca la reacción de Maillard, que es la que lo pone marroncito.
Miren si será interesante lo que descubrió don Maillard: el mismo proceso químico es el responsable del sabor del asadito y del doradito de las tostadas, que por cierto también admiten de buena gana ser untadas con abundante dulce de leche…pero ¡por favor! sin mezclar con manteca.
miércoles, enero 24, 2007
De los libros buscados, la miel y las ganas de leer

Leo en Historia de
Me parece claro: la miel pone muy mala onda para despegarse del tarro y posarse sobre el pan con manteca. Hasta el último chorrito protesta, aprovechando nuestra torpeza matinal…Y cuando por fin logramos separarla de su frasco, chorrea en la mesa o en la taza. ¡Qué diferencia con el café o el té, que no lo dudan un segundo: adentro o afuera de la taza o la cuchara, nos separamos sin adioses interminables! ¿Cómo se pueden explicar semejantes diferencias ¿Por qué la miel chorrea tan lánguidamente? En realidad, todos los líquidos son complicados: hace muy poco que se han empezado a investigar estos problemas, y apenas se esbozan algunas respuestas…
Cuando por fín logro esparcir la miel sobre la tostada, la mojo en el café, volviéndola deliciosa y peligrosamente blanda. Es cierto, pierdo lo crocante de la tostada, que es muy difícil de analizar y controlar. Pero, por oscuras razones, mojarla parece aumentar su gusto. De a poco, el café avanza en la tostada, aumentando el riesgo de volverla demasiado blanda, con las consecuencias catastróficas que conocemos. Ya será muy tarde, entonces, para preguntarse por qué al café le gusta invadir la intimidad de la tostada.
Y justamente, aprovechando que estamos medio distraídos, una gotita de café logra escapar y cae sobre la mesa: saca sus patitas para tratar de amortiguar el golpe, pero no hay nada que hacer: ya está separada de sus amigas, solita en la mesa. Desconsolada, se evapora de a poco, dejando como leve protesta una pequeña mancha negra. Con mucha elegancia, ésta no cubre toda su extensión, sino que apenas la recuerda, rodeándola. Y uno se pregunta por qué los granitos de café se concentran en el borde cuando estaban al principio bien repartidos en toda la gota…
Anduve varios días de kiosco en kiosco buscando el librito. Y no era para mí. Pero las primeras páginas me atraparon. No pensaba leerlo, y aquí está, en mi mesa de luz, esperando que el destinatario original no se lo lleve pronto, y culpable de que otra vez me vaya a la cama esperando que el sueño no gane la pelea contra las ganas de leer un poco, como hacía tiempo no me pasaba.
Ahí estaba el “Ensayo sobre la lucidez” de Saramago, haciendo el intento. Seguirá allí, supongo, y logrará su cometido también.
Pero
miércoles, enero 17, 2007
Los Reyes son los padres
Vamos a hablar, hijos míos,
ya sabéis que los Reyes son los padres.
Que mataron a los indios por ser buenos
los vaqueros, machistas y cobardes.
Queremos que sepáis que el amor,
como todo lo hermoso, no es pecado.
Que Popeye se alimenta de espinacas
pero también de carne y de pescado.
Que es agente de la CIA el Ratón Mickey
y más que nada, Tarzán, es un racista.
Supermán es asexuado y gilipollas
y todos ellos son anticomunistas.
Que los niños no vienen de París
-y mucho menos de adentro de un repollo-
que los tigres de papel son cuentos chinos:
jamás el Coco se ha comido un rosco.
También el negro es un color hermoso
y no todo lo blanco es trigo limpio.
Quienes manejan las tonalidades
son miserables que se han hecho muy ricos.
Que el Oro de Moscú y el cuarto oscuro,
la cigüeña, la bruja y los angelitos,
son mentiras terroristas de los grandes
para tener engañados a los chicos.
Que ser virgen tampoco es una hazaña:
no hay diferencia entre falda y pantalones.
Para tirar adelante en esta vida
da lo mismo ovarios que cojones.
Acabamos, por hoy, con este rollo.
Hacéis bien si estáis tomando nota,
pero cuidado, que hay que tener presente,
que los padres, como todos, se equivocan.
Quintín Cabrera
Quizás coincidió con que mis hijos saben ahora, definitivamente, que los Reyes son los padres. Quizás con que ayer por la mañana estaba yo pensando en lo difícil de ser padre, en lo difícil de ser hijo.
Andaba por Nómadas y me encontré con esta maravilla de Quintín Cabrera, a quien no conocía hasta hoy. Es uruguayo e hizo la mayor parte de su carrera en España. Lamento muchísimo no haberlo conocido antes. Me alegro de haberlo encontrado, aunque hasta ahora sólo pueda leerlo.
sábado, enero 13, 2007
Perfil

El piso es de algo parecido a la madera (dirán, los que se acuerden, que piso era). Hay una alfombra y dos almohadones redondos tejidos. Me gusta.
Pensativa, ella sostiene su libro de los 100 cuentos. Me encantan esos dedos.
La ropa le queda un poco chica, estaba creciendo, pero todavía no lo suficiente para ocupar su cabeza en más de una cosa a la vez.
Y esta vez eran, indiscutiblemente, las sombras de la reja en el piso. Y quizás la sensación de calor sobre los piecitos también gordos.
Cuando pueda contaré por qué más me gusta tanto esta foto.
lunes, enero 08, 2007
Año nuevo

Sepan ustedes que el silencio no es tiempo perdido sólo si significa una espera ardiente. Que después de una noche lluviosa, aun en la incertidumbre pueden surgir certezas. Que es mejor soñar en paralelo y mirar en diagonal.
Los Reyes Magos habían pasado hacía dos días. El mundo había temblado bajo nuestros pies el 31 de diciembre justo a la medianoche, aunque pensamos que era el estruendo de los fuegos artificiales.
Sepan ustedes que el amor está hecho de cosas sutiles, ingrávidas, impalpables, fugaces. Si no está fabricado de esa sustancia, tal vez no sea lo que parece.
Por la tarde, a la hora en que la siesta de verano comienza a terminar, el eco de un sentimiento alumbró desde un tiempo distante. Se escapó desde el universo alternativo donde habitaba, inerte, y se decidió a vivir de verdad.
Créanlo. Puede pasarles cualquier día. A condición de que sea domingo de enero y que la lluvia esté cerca. Sólo y tan sólo si la mente, el corazón y el alma (aunque no exista) funcionan al unísono.
viernes, diciembre 22, 2006
Para la buena voluntad

En este año que se va
hay tantas cosas que se quedarán,
tantas sonrisas, tantas palabras,
tantos motivos para amar y amar
En este año que se va
hay tantos sueños para rescatar,
tantas canciones, tantos momentos,
tanto que no tendrá final
La vieja casa que nos vio volar
hoy se despide y nada más
En este año que vendrá
cuánta esperanza nos regalarán
nuevos los brazos y los deseos
para volver a andar y andar
Yo te prometo que no acabará
todo lo que nos procuró la paz
Si bien ha sido el sol nuestro motivo para andar
te dejo esta canción para la buena voluntad
En este año que vendrá
yo te prometo Patria mía estar
en cada tono, en cada cuerda,
cada canción que nacerá
Porque no es cierto que naufragarás
toma mi canto hoy y mucho más
Alejandro Filio
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De canciones a poemas: meme hernandiano

Debolsillo propuso cambiar de canciones a poemas, y ahí si me dieron muchas ganas de jugar.
Aunque no sabía bien si con Nazim Hikmet, con Mario Benedetti, con Jaime Sabines…
Finalmente me decidí por el poeta que acompañó mi adolescencia y que aun hoy me conmueve: Miguel Hernández.
Igual que debolsillo he respetado las once preguntas originales, respondiéndolas con un fragmento de un poema, con la dificultad de intentar decir al menos una parte de verdad sobre mí en cada respuesta.
1- ¿Eres hombre o mujer?
Me empino
para ser mujer,
pero no llego
(De Niña al final)
2- Descríbete:
Un enterrado vivo por el llanto,
una revolución dentro de un hueso,
un rayo soy sujeto a una redoma.
(20- de El rayo que no cesa)
3- ¿Qué sienten las personas acerca de ti?
Nadie me verá del todo
ni es nadie como lo miro.
Somos algo más que vemos,
algo menos que inquirimos.
Algún suceso de todos
pasa desapercibido.
Nadie nos ha visto. A nadie
ciegos de ver, hemos visto.
(77- de Cancionero y Romancero de Ausencias)
4- ¿Cómo describirías tu anterior relación sentimental?
Fatiga tanto andar sobre la arena
descorazonadora de un desierto,
tanto vivir en la ciudad de un puerto
si el corazón de barcos no se llena.
(24- de El rayo que no cesa)
5- Describe tu actual relación con tu pareja:
Nadie me salvará de este naufragio
si no es tu amor, la tabla que procuro,
si no es tu voz, el norte que pretendo.
(10- De El rayo que no cesa)
6- ¿Dónde quisieras estar ahora?
Llevadme al cementerio
de los zapatos viejos.
(33-De Cancionero y Romancero de Ausencias)
7- ¿Cómo eres respecto al amor?
Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Esperanza, mar, desierto,
sangre, monte rodador:
libertades de mi alma
clamorosas de pasión,
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.
(De Antes del odio)
8- ¿Cómo es tu vida?
Un carnívoro cuchillo
de ala dulce y homicida
sostiene un vuelo y un brillo
alrededor de mi vida.
(1- De El rayo que no cesa)
9- ¿Qué pedirías si tuvieras un solo deseo?
Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre.
(De Sentado sobre los muertos)
10- Escribe una cita o frase sabia:
Tristes guerras
si no es amor la empresa.
Tristes. Tristes.
Tristes armas
si no son las palabras.
Tristes. Tristes.
Tristes hombres
si no mueren de amores.
Tristes. Tristes.
11- Ahora despídete:
El odio se amortigua
detrás de la ventana.
Será la garra suave.
Dejadme la esperanza.
(De Canción última)
viernes, noviembre 24, 2006
Tiempo y espacio
lunes, noviembre 13, 2006
Ese lugar
Allá donde se esconden los recuerdos que durante mucho tiempo dejé dormir están las claves para entender unas pocas cosas.
Allá, en ese territorio, hay un tablero de ajedrez mínimo con un partida a medio jugar sobre un escritorio amplio, ahí mismo donde está la fuente inagotable de papeles amarillentos para dibujar de un solo lado, y las libretas de colores con la marca de algun corralón de elementos para la construcción.
Cuesta volver. Sin embargo allá están los patines con rueditas naranjas. Las calles cálidas y la amistad, y las risas. ¡Ay!, dudo en volver porque temo descubrir que es cierto que sólo allí vive la amistad.
Allá, muy lejos, en los confines de esa comarca, hay un campito con arbolitos de mora, cuyo sabor casi no recuerdo, aunque sí su color sobre el blanco del guardapolvo. Por allí hay también unos muebles amarillos, una casa pequeña, un sillón de mimbre, y un llavero con una gran esfera pesada que servía para jugar al “tiburón”. Pero eso está en un lugar muy remoto, y llegar hasta allí cuesta demasiado.
Allá, en esas tierras, hay una colección de libros con tapas rojas. Y está mi hermano mayor, una mañana, leyendo la contratapa de uno de ellos, mientras yo entreduermo en mi cama con cabecera rosada. Después de todo no está tan lejos...
Allí, en esos lugares, hay decenas de cuadernos escritos con letra prolija y subrayados con colores, y hay una cierta soledad que nace de algunas preguntas que no se pueden responder, ni siquiera entre pares.
Allí, en esos parajes, hay paquetitos donde vienen nueve Sugus del mismo color (no estoy segura si son nueve, pero me gusta el número), bloquecitos Suchard rojos de chocolate y cereal, y frutillitas de gelatina con azúcar en una bolsita de papel, que solamente (que nadie me discuta) las venden en la Capital, y que son exquisitas porque además vienen adentro de la cartera de mi mamá.
Muy, muy lejos, está el circuito KDT con los karting, y la leche Cindor en botellita de vidrio y un paquete de dos Bay Biscuits, en el bar del primer piso. Y las hamacas naranjas donde hacemos fuerza para tocar con la punta de los pies el enorme laurel. Y las planchas de figuritas con brillantina.
Allá lejos hay mañanas en las que como durante toda mi vida, me cuesta mucho levantarme. Hay eternas peleas frente al espejo con un cepillo y dos hebillitas que sólo dan marco al enriedo. Hay unas cuantas clases de danzas, y algunos bailes secretos, cuando en casa no hay nadie, con la música que suena en la imaginación. Hay también amigos impalpables y una fantasía inagotable.
Allí hay fiestas de cumpleaños y alfajorcitos de maizena, un diario íntimo con tapas brillantes y un puñado de sueños indestructibles.
Allí aprieto fuerte la mano de mamá cuando cruzo la calle. Allí batallo con papá que trata de enseñarme alguna cuenta. En ese pequeño paraje cálido y lejano, silencioso e inaccesible, está casi toda mi vida. Que otra cosa es si no la infancia.
sábado, noviembre 11, 2006
Soledad
aqui están mis credenciales,
vengo llamando a tu puerta
desde hace un tiempo,
creo que pasaremos juntos temporales,
propongo que tu y yo nos vayamos conociendo.
Aquí estoy,
te traigo mis cicatrices,
palabras sobre papel pentagramado,
no te fijes mucho en lo que dicen,
me encontrarás
en cada cosa que he callado.
Ya pasó
ya he dejado que se empañe
la ilusión de que vivir es indoloro.
Que raro que seas tú
quien me acompañe, soledad,
a mi, que nunca supe bien
cómo estar solo.
Jorge Drexler, 12 segundos de oscuridad, 2006
viernes, octubre 27, 2006
La tarde del martes

Todavía había tranquilidad, sin embargo. Él dormía plácidamente...


No pasaron cinco minutos y el temporal se desató. Lluvia fuerte, relámpagos, truenos. Corrí a desenchufar la pc. En unos segundos todo estaba en orden, no había ningún contacto con el mundo exterior desde mi artefacto de trabajo y entretenimiento. Pero él percibió el peligro y corrió a su puesto. Hizo guardia durante toda la tormenta...

Un rato después, cuando ya no había riesgos, prendí la tele, y daban esta noticia...

¿A quien se le ocurre confiscar las tortas fritas en una tarde de lluvia? A la policía, claro, a quien más...
El miércoles por la mañana, ya todo parecía normal.
lunes, octubre 23, 2006
Joaquín y la publicidad
miércoles, octubre 18, 2006
viernes, octubre 13, 2006
Más que un extraño trío
Hace unos meses el profesor Portillo me invitó a responder un meme de esos que han circulado bastante por este reducido mundo que algunos llaman blogósfera. Se trataba de describir tres manías o más bien “hábitos extraños”, por supuesto de uno mismo.
Como el profe me otorgó para responder el tiempo que yo necesitara, me tomé, claro, todo el que quise.
En estos días he vuelto a pensar en el asunto de las costumbres extrañas (y fobias y manías, que de todo ese he tenido y tengo, aunque francamente muchas estén en retroceso). Y ayer he encontrado este pequeño texto que escribí en 2004 para un trabajo de la facultad, en el que me describo a mí misma:
Tenía trece años, status de “nena grande” y llaves, porque cuando volvía de la escuela no había nadie en casa. Caminaba tranquila por las calles del barrio, la mente ensimismada en cosas de adolescente. Llevaba la llave colgada del cuello, con un cordón de zapatilla rojo por abajo del guardapolvo. Llegaba a la casa blanca de la calle Lavalle y abría la puerta. Cerraba, y todo en su interior cambiaba.
Nunca había pasado por un robo, ninguna mala experiencia. Pero iba directo, apenas tirada la mochila sobre un sillón, hacia el piso de arriba.
Inspeccionaba su habitación y la de sus hermanos, sobre todo debajo de las camas. Bajaba con rapidez las escaleras, mirando el patio a través de los vidrios. El perro descansaba tranquilo, buena señal. Una rápida mirada a la cocina, y entonces sí, al baño. Antes que nada había que correr la mampara, comprobar que no había nadie escondido en la bañera.
Ahí, recién, el miedo se iba.
Otro hábito de la adolescencia que recuerdo bien era el de ponerme a ordenar la casa después de la una de la madrugada, cuando todos dormían.
En la actualidad, y luego de un pequeño autoanálisis surge que retengo más de tres hábitos poco normales:
• Caminar sin rumbo, aun cuando me dirija a un lugar concreto. Supongo que es total falta de orientación, ya sea en una ciudad desconocida, o en el pueblo en que vivo. Ya lo tengo asumido, y me dejo llevar. Finalmente siempre llego :)
• Revisar errores aun antes de leer un texto. Ha de ser un defecto profesional (ya que no tengo nada de profesional, al menos sí los defectos). Es involuntario y llega a molestarme mucho. Cuando estoy frente a un texto por leer, mi vista lo recorre cual rayos x, detectando al instante cualquier error de ortografía o tipeo. Si hay varios, invariablemente ya estoy mal dispuesta hacia ese escrito. ¡Y todavía no lo leí!.• Compulsión por los artículos de librería. Seguro conocerán ustedes alguna mujer que demore más de una hora en elegir un vestido. ¿Conocen alguna que tarde ese tiempo en comprar un cuaderno con espiral?. Pues tienen frente suyo el blog de una. En ese sentido, hay lugares que me llevan al máximo de la exageración. Como Portillo, también suelo adquirir de más.
• Anexo al anterior: comprar siempre una lapicera nueva cuando tengo un examen. Premisa que este año no se ha cumplido porque: a) casi no he dado exámenes, b) me han regalado muchas lapiceras.
• Descarto el de dormir vestida como para ir al Polo Norte en las noches invernales. Dudo que sea un hábito extraño, aunque suelo seguir sintiéndome ridícula.• Almohadas y orejas: el más tierno para el final. La forma en la que acuesto a mis hijos (sobre todo en invierno). Cada vez se resisten más, y es que cada vez están más grandes. La técnica consiste en ajustar de un lado y del otro del colchón sábanas, mantas y cubrecamas, hasta que el niño en cuestión quede prensado cual matambre, y la madre en cuestión (que vengo a ser yo) tranquila de que no van a destaparse durante la noche. La operación se repite ante cada movimiento del niño, hasta que la maníaca madre (yo) por fin se retira de la habitación. Sospecho que el hábito es heredado de mi padre, que se empeñaba en sacar por afuera de las mantas las “orejas” de la almohada, una vez realizado el correspondiente ajuste.
Pues bien, ahora dirán ustedes si de verdad soy tan extraña.
Por supuesto, desafiando las reglas, no le paso el meme a nadie. El que quiera recoger el guante, allí tiene los comentarios, nada de quedarse ahí pensando pa' adentro. Como diría una maestra de primaria cuenten, “así nos divertimos todos”.
martes, septiembre 26, 2006
Esta mañana

"La gente anda sola y cojea, así, por la mañana se enamora hasta el más tonto de todos, el que nunca sabrá nada de sí mismo. Esta mañana, cada mañana, mañana, habremos llegado donde haya que llegar, sin amor, con amor, solos, habrá que llegar, acompañados o no, habrá que llegar, sin trayectoria, sin destino, sin horizonte donde poner los ojos, habrá que llegar, sin libros por leer, sin un cuerpo del que se pueda esperar una hermosa sorpresa, sin destino, andando por andar, viviendo por vivir, sin casa, habrá que llegar a algún lugar, desnudo frente a un océano que te arrastra hasta no ser sino su espuma. Y así, asaltado por las olas de septiembre, esta mañana, has mirado hacia atrás... ¡No te tengo piedad pasado mío! Y te dejo morir, como una vieja ballena que se suicida en las playas del tiempo".
Dionisio Cañas, "A veces un oscuro animal se apodera de mí", de su libro Corazón de perro
Llevo varios días leyendo y releyendo este texto, y no puedo dejar de disfrutarlo. Así que no me resistí, una vez más, a tomarlo prestado de Pájaros Mojados, y traerlo aquí. De paso estuve conociendo al autor y su obra (gracias Xavi, por estos descubrimientos).
sábado, septiembre 16, 2006
De lápices que siguen escribiendo
lunes, septiembre 04, 2006
Hace veinticuatro años
La calle Paraná doblaba en Andrade y la manzana era nuestra. El sol abrazador de la tarde de verano se hacía tibieza y brisa fresca pasadas las cinco, cuando el pequeño despertaba de su siesta.
El coche de bebé era ya quizás un poco antiguo para la época: de esos altos, con ruedas grandes y capota protectora. “¿Querés pasearlo?”, preguntaba Rosa. Era la invitación, el permiso.
Allí salía entonces la nena de diez años con su hermanito, precioso tesoro y menuda responsabilidad que asumía segura de sí misma.
Conocía al dedillo los subes y bajas de las veredas: pozos, escalones, baldosas flojas, todo era esquivado con ductilidad maternal. Y llegaba otra vez felíz a la casa de la esquina, a la hora en que se regaban las plantas y los triciclos hacían su recorrida vespertina. Tal vez una o dos vueltas más. Era el paseo con el bebé que habría de crecer rápido, las horas compartidas robadas al destino de ser hermanos de fin de semana.
Cuando él tuvo 10, yo ya tenía 20 y poco me faltaba para empujar otro cochecito, esta vez con un bebé que sería mi hijo.
Compenetrada en esa tarea, a él casi lo perdí de vista. Eran ciertas las palabras de mi viejo: el tipo crecía sin que lo vieran. No avisaba.
No sé bien cómo ni cuando me encontré discutiendo apasionadamente sobre periodismo, comunicación y política con mi hermano menor. Y descubriendo coincidencias. No tanto después (al fin de cuentas, no tanto) sabría que siempre podría contar con él y que como dice Drexler, con Dani (que hoy cumple 24) siempre podremos brindar, aunque sea por haber perdido las mismas batallas.
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